Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas.
Confucio
Después de presenciar el rapto de su mujer en Central Park, el agente especial del FBI Aloysius Pendergast persigue desesperadamente a los secuestradores por el país hasta llegar a México. Sin embargo, todo sale trágicamente mal: los malhechores logran escapar, y Pendergast, destrozado, regresa a su apartamento en Nueva York para aislarse del mundo.
Mientras tanto, en los hoteles de Manhattan se está cometiendo una serie de extraños asesinatos. En cada caso, las cámaras de seguridad captan imágenes claras de un joven pelirrojo, atlético, elegante y bien parecido que se mueve sin prisas por los pasillos de los distintos hoteles. Deja sus huellas, pelos y fibras en el escenario del crimen, pero siempre elude a la policía. Cuando el teniente Vincent D'Agosta acude a Pendergast, el agente no demuestra ningún interés por los hechos hasta que se fija en el modus operandi del asesino: escribe un mensaje en cada cadáver, y estos mensajes se dirigen solamente a él.